viernes, octubre 6

wounds


Es como un tic. Como esas necesidades innecesarias. Raya con la obsesión, y mientras la moribunda razón se agita, se siente incómoda, muere de frio y se le queman los dedos, la repetición de ese número indeterminado de rutinas inexplicables se hace más trepidante.
A veces grita, pero se queda en un sonido sordo, su garganta seca ya no hiere.

Lo más difícil de esa agonía debiera ser la conciencia misma de estar en ella, y tener las manos congeladas y los pies llagados. Estar postrado, con los ojos bien abiertos, absorbiendo la imágen del verdugo: sonrisa monalisa, escogencia minuciosa del mortal instrumento, afilado cariñoso, con tanto amor como el que sale del corazón flechado tatuado en su brazo y que grita "Mamá".
Lo segundo más difícil; creer ver un espejo al mirar hacia el rostro descubierto del ejecutor. Y acto seguido oir crujir la puerta, agitarse la respiración, el hacha chirriar contra la piedra de afilar, los pasos aproximarse, el aire silbar en el impulso final, golpe seco que cae, fluir de liquidos vitales, suspiro redentor/condenador.

1 comentario:

LECTURA INVERSA: dijo...

eres tú
y esta noche
de hielos verticales


me nació una sonrisa
que me abre de punta a punta la cara.



-ahora-
debe ser



ya.



*