domingo, junio 1

La prudencia hace verdaderos sabios, diría algun verso religioso perdido en la memoria. La prudencia es señal de posibles cobardes, oiría más tarde en algún grafiti urbano.

Ojos cerrados en medio del negro, y me doy cuenta que no hay que sacar la mano y devolverla dentro mojada para saber que llueve. Basta la orquesta de agujas golpeando las ventanas o las tejas.

Hoy solo hay que dejarse caer, mascullar nubes de humo entre los dientes y sentir el agua en la cara. Se hace más fácil caer con el sabor a sal en la boca, con el caramelo dulce de una sopa de letras resuelta.